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*todas las ilustraciones han sido editadas a partir de fotos halladas en la red.

*la historia es propiedad de la autora del blog y no puede ser reproducida



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viernes, 17 de junio de 2011

Capítulo 22: Como rosas marchitas



Al retornar, ya a la madrugada, luego de sus usuales incursiones justicieras, Lady suele experimental una lánguida melancolía que la envuelve como si avanzara entre nubes.

Quizás la calma que prosigue a la lógica excitación que le provocan sus batallas llega últimamente a distenderla a tal grado que algo parecido al cansancio o a la resignación se apodera de su espíritu centenario mientras sus pasos –algo cansinos- quiebran la soledad de las calles que ya despiertan de su letargo.



Es en esos momentos que su mente se aleja con facilidad de su cuerpo y retorna, rememorando sumisa, algunos pasajes de su casi olvidada historia emotiva. Breves destellos que marcaron su destino y su corazón resurgen de improviso ante el incentivo impensado de algún aroma, algún sonido, algún hecho de apariencia intrascendente que logra motivarla, reapareciendo mil recuerdos con la claridad que creía perdida.




-“Como estas flores marchitas se vuelven la vida, la belleza y lo que los humanos dicen amar. Nada importante permanece, todo caduca, todo llega a su fin”- con insensible resignación alguien alguna vez así le habló, a la vez que le entregara -como prueba inapelable de aquellos lúgubres pensamientos- un ramo deshojado de rosas blancas -aún perfumadas- unidas en lazo por la memoria de lo que había acabado al tiempo de nacer.



Con extraordinaria lucidez llegaron otra vez a sus oídos aquellas palabras prendidas de un abandonado ramo de rosas tirado sobre el empedrado, justo a la entrada de su refugio, hogar secreto en el que habita custodiando celosamente su propio anonimato.



¿Existen las casualidades o es el destino quien a veces se las ingenia para enviarnos precisas señales que nos ponen en jaque hasta nuestras más claras convicciones?

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